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Turismo LIterario Barcelona

Turismo literario: Barcelona

Quizás os preguntéis por qué, si estoy viviendo en Dublín, esta entrega de Turismo Literario no la dedico a la literatura irlandesa. Pues, precisamente, porque quiero empaparme bien de lo que se cuece por aquí y traeros durante este próximo año una serie de entradas relacionadas solo con la literatura en Irlanda. Así que, no os preocupéis, os haré ruta turística por mi nueva casa. Mientras tanto, os quiero llevar esta semana a la ciudad condal. ¿Preparados para el viaje? ¡Allá vamos!

Terenci Moix

Terenci Moix

Nacido en 1942 con el nombre de Ramón Moix Meseguer, Moix fue un apasionado del cine y la literatura, lo que le llevó a ser autodidacta. Publicó sus dos primeras novelas (de las que hablaré a continuación) bajo el pseudónimo de Ray Sorel y empezó a firmar como Terenci Moix con la obra La torre de los vicios capitales (1968). No obstante, fue años más tarde con la novela No digas que fue un sueño (1986) con la que obtuvo un mayor reconocimiento del público y con la que ganó el Premio Planeta. Terenci fue abiertamente homosexual y en sus novelas se reflejan muchos temas autobiográficos, como la sexualidad, la crítica al franquismo o el amor por el arte y el cine.

Terenci Moix

Moix escribió Besaré tu cadáver y Han matado  una rubia (ambas publicadas en un solo tomo por la editorial Planeta) cuando tenía entre veintiún y veintidós años y son dos novelas negras en las que un halo de misterio impregna la trama y cierto cinismo que me recuerda en algunas ocasiones a Oscar Wilde. Aunque no tan esnob como el escritor irlandés (este elitismo lo vemos más adelante en su carrera), en estas dos novelas (así como en otras suyas) resalta el ambiente de la alta sociedad y el prestigio que se reflejan también en la forma de narrar algunas escenas, delicada y elegante (sobre todo las escenas introductorias de ambas novelas, pero especialmente la de Besaré tu cadáver).

Olas sobre una roca desierta (1969) es la historia de Oliveri, un chico que no encaja en su mundo, ni en su ciudad ni en su época y que, a la muerte de su madre, usa su herencia para recorrer Europa. A través de cartas que le manda a un amigo, descubrimos las reflexiones de Oliveri: en cada lugar encuentra una parte de sí mismo, se cuestiona la vida, descubre el arte, ese arte que siempre le había llamado tanto pero que no había tenido la posibilidad de sentir, etc. Una novela más existencialista en comparación a las dos de las que he hablado antes, pero con la que, dependiendo de la situación vital en la que nos encontremos, podemos sentirnos muy identificados.

Terenci Moix

Eduardo Mendoza

Eduardo Mendoza

Eduardo Mendoza nació en 1943, hijo de un fiscal y una ama de casa. De pequeño estudió en varios colegios religiosos y, ya de mayor, se licenció en Derecho en Barcelona y estudió Sociología en Londres. Tras trabajar como abogado, acabó mudándose a Nueva York, donde ejerció como traductor para la ONU. Allí escribió la que es una de sus obras más conocidas, y en algunas ciudades es lectura obligatoria para la selectividad, La verdad sobre el caso Savolta (1975). En mi caso, fue una de las lecturas que no tuvimos tiempo de analizar, así que os hablaré de El misterio de la cripta embrujada (1978).

Eduardo Mendoza

Esta novela me sorprendió por su humor. Tras la desaparición de una niña en un internado en Barcelona, el comisario encargado del caso decide pedir ayuda a un antiguo criminal que está recluido en un manicomio a cambio de concederle la libertad si resuelve el misterio.  No conocía el estilo de Mendoza y me esperaba una típica novela policíaca, pero me encontré con eso y algo más. Un improvisado detective al que me parecía imposible tomar en serio, pero que de vez en cuando me arrancaba alguna que otra carcajada. Y no digo que no se pueda tomar en serio en el mal sentido de la expresión, sino al contrario: es un personaje construido a la perfección para que el resto no lo crea (a veces incluso hasta yo tenía mis dudas con lo que decía) y para reír con él gracias a su forma de afrontar esta falta de credibilidad y de inventarse personalidades para ir resolviendo el caso. No soy muy fan de las novelas policíacas y de detectives, pero desde luego que, llevado con humor, todo es más fácil.

Carmen Laforet

Carmen Laforet

Laforet nació en 1921, hija de un arquitecto y una profesora. Con dos años de edad, su familia se mudó a Gran Canaria y, tras morir su madre y cumplir la mayoría de edad, Carmen regresó a Barcelona para estudiar Filosofía y, tres años más tarde, Derecho en Madrid. Se casó con el periodista Manuel Cerezales, con quien tuvo cinco hijos, y después se separó de él en 1970, una época en que los divorcios todavía eran mal vistos, lo que la dejó en una situación complicada. En sus últimos años se alejó de la vida pública debido a la enfermedad de Alzheimer, hasta que falleció en 2004.

Carmen Laforet

Laforet publicó Nada en 1944 y un año más tarde ganó la primera entrega del Premio Nadal, Sin duda, hay un paralelismo entre Andrea, la protagonista, y la propia Carmen. Vemos semejanzas tales como la casa situada en la calle Aribau o su partida y regreso a dicha casa tras la muerte de su madre. Andrea regresa a casa de sus tíos en la calle Aribau cuando tiene que empezar la universidad y se encuentra allí con un ambiente hostil, asfixiante y lleno de personas con personalidades fuertes y arrolladoras. Andrea aprende a vivir con la presión de los problemas económicos y con la figura de su tío Román, a quien tiene cierto cariño, con su tío Juan, un maltratador irascible, y su mujer Gloria, su tía Angustias y su abuela, que a veces parece vivir en una burbuja en la que sus hijos siguen siendo unos ángeles. Entre todo ese caos, Andrea conoce a Ena, una amiga de la universidad, gracias a la cual aprende lo que es la amistad y consigue abrir las puertas de otro mundo.

Al principio me costó entrar emocionalmente en la novela, pero luego no pude evitar que me afectaran todas las penurias y problemas que tenía Andrea ni sentir esa cárcel que era su casa de Aribau. Los pasajes con Ena, fuera de su hogar, eran mucho más livianos, más alegres, pero luego tenía que volver junto a Andrea a la opresión y al agobio de su casa. Sin destripar mucho el final, agridulce en parte, hacía mucho que no se me salían las lágrimas con un libro. Y eso siempre es de agradecer.

 


 

Hasta aquí mi repaso por la literatura barcelonesa. ¿Habíais leído estas obras? ¿Qué otras me recomendáis? No dudéis en dejar vuestro comentario aquí abajo.

Un saludo y que la literatura os acompañe.

 


Imagen de portada de TRAVELKR

Argentina

Turismo literario: Argentina

Esta semana cruzamos el charco y aterrizamos en Argentina, país que ha dado grandes autores de la literatura en español. Tengo que reconocer que a los más conocidos y celebrados (Borges o Cortázar) no los he leído, así que os traigo una selección quizá menos conocida. ¿Os habéis abrochado los cinturones y puesto el móvil en modo avión? Pues despegamos.

Manuel Puig

Manuel Puig

Puig nació en 1932 en General Villegas y ya desde muy pequeño desarrolló una fuerte afición por el cine gracias a su madre, que se lo llevaba a las salas de proyección con apenas tres o cuatro años. El cine lo acompañó siempre, hasta el punto de estudiarlo de mayor. Fue así como viajó por Italia y después trabajó como asistente de dirección en Buenos Aires y Roma. Más adelante, se mudó a Nueva York, donde completó su primera novela La traición de Rita Hayworth. Al volver a Argentina, escribió Boquitas pintadas (1969) y en 1971 fundó junto a otros intelectuales el Frente de Liberación Homosexual (ya desde adolescente se declaraba homosexual). Dos años más tarde, en el setenta y tres, publicó The Buenos Aires Affair, novela que le costó el exilio a México. Alejado de su país natal, escribió la novela de la que os hablaré a continuación: El beso de la mujer araña (1976).

El beso de la mujer araña

El beso de la mujer araña cuenta la historia de dos presos, Valentín y Molina, que comparten celda durante el último gobierno de Perón (sí, el de Evita) y años posteriores. Era una época en que la Triple A (una organización terrorista y parapolicial) asesinaba a revolucionarios de izquierdas. Este estado opresor es el que ha llevado a ambos protagonistas a la cárcel: Valentín por guerrillero, Molina por homosexual. La novela se desarrolla por completo en forma de diálogo continuado, sin narrador y sin acotaciones, salvo notas a pie de página sobre sexualidad y algunos monólogos interiores de los personajes. Una estructura muy interesante para dar amplio protagonismo a los personajes y a la evolución de su relación.

Como dato anecdótico, John Kander y Fred Ebb adaptaron la novela a un musical de Broadway que ganó un premio Tony a mejor musical.

Ernesto Sábato

Ernesto Sabato

Hijo de inmigrantes italianos, Ernesto Sábato nació en Rojas, Buenos Aires, en 1911. De joven formó parte de la Reforma Universitaria, de tendencia comunista, y fue elegido Secretario General de la Federación Juvenil Comunista, pero más adelante, empezó a mostrar dudas sobre el comunismo, lo que hizo que le mandaran a una escuela leninista de Moscú. Años más tarde, se doctoró en Ciencias Físicas y Matemáticas y trabajó como investigador hasta que decidió dedicarse por completo a la literatura.

El túnel Ernesto Sabato

El túnel (1948) es su obra más conocida, cuyo protagonista, Juan Pablo Castel, es un pintor obsesionado con una mujer a la que acaba matando (tranquilos, no es spoiler,  ya desde el comienzo nos lo dice el propio protagonista: «Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne»). Esta novela fue una de las que tuve que leer para el taller de novela al que asistí a principios de año y nos la recomendaron para que viéramos como representar la obsesión enfermiza de un personaje. Y fue una buena recomendación, porque si algo vemos en esta novela corta es cómo un hombre pierde la cabeza por una mujer que le ha mostrado simpatía e incluso afecto, pero sobre la que no tiene ni voz ni voto. No obstante, su enfermiza fijación, su naturaleza posesiva, violenta y machista y sus celos lo llevan a creerse con el derecho a quitarle la vida. Si queréis ver cómo es la caída al abismo psicológico de un personaje, os recomiendo esta novela; si no os apetece leer sobre violencia machista, entonces mejor que os abstengáis.

Adolfo Bioy Casares

Adolfo Bioy Casares

Bioy Casares nació en Buenos Aires en 1914 en el seno de una familia de clase social alta, lo que le permitió dedicarse a la escritura gran parte de su tiempo. En la universidad estudió Derecho, Filosofía y Letras, pero abandonó estas carreras por el descontento que le generó el ambiente universitario. Se retiró a una casa propiedad de su familia, donde se dedicó a leer y escribir. Más tarde conoció a Jorge Luis Borges con quien mantendría una estrecha amistad hasta la muerte de este último. Casares recibió muchos premios a su carrera literaria, entre ellos el Premio Cervantes en 1990, y es considerado uno de los primeros escritores de ciencia ficción en lengua castellana. Una de sus obras más conocidas, La invención de Morel (1940), es precisamente su primera obra de este género (y otra de las que me recomendaron en el taller).

La invención de Morel

En esta novela, un fugitivo (del que desconocemos su nombre) que se esconde en una isla nos cuenta en su diario la llegada de unos turistas. Esta visita le resulta tanto un milagro como un peligro, pues teme que puedan descubrirlo y entregarlo a las autoridades de las que huye, así que decide espiarlos. Es así como descubre entre los turistas a Faustine, una mujer de la que se enamora a primera vista, y a Morel, un científico que el fugitivo cree que es amante de Faustine. Durante las siguientes semanas, el fugitivo va observando sucesos que le resultan desconcertantes sobre los turistas y cree estar volviéndose loco. Sin entrar en muchos detalles, solo os diré que poco a poco el fugitivo va descubriendo qué es lo que está pasando realmente y que esa invención de Morel está ahora en nuestros días en pleno desarrollo y expansión (sin todo el drama de la novela, claro), al menos como yo interpreté la historia.

 


Hasta aquí el viaje por tierras argentinas. ¿Conocíais a estos autores? ¿Los habíais leído? Si tenéis alguna recomendación, no dudéis en dejarla en los comentarios.

Un saludo y que la literatura os acompañe.

 


Imagen de portada de Hernán Piñera.

Turismo literario Francia

Turismo literario: Francia

Francia siempre ha sido considerado el país de la revolución y la ilustración. Sus artistas son conocidos y admirados en todo el mundo y no iba a ser menos en la literatura, que nos ha dado grandes obras y clásicos. ¿Queréis adentraros en las campiñas francesas? Pues comenzamos nuestro viaje:

Stendhal

Turismo literario Francia

Sí, el del síndrome de Stendhal, ese que te da al contemplar obras de arte de gran belleza. Henri Beyle, más conocido por su pseudónimo, Stendhal, fue un escritor del s. XIX, además de ser auditor y participar en la administración francesa durante las guerras napoleónicas. Estuvo en varias campañas del emperador francés, entre ellas, la fallida invasión al Imperio Ruso en 1812. La mala relación con su padre, el cual no daba importancia a las inquietudes intelectuales de su hijo, así como una infancia por lo general infeliz se ven reflejadas en su obra Rojo y negro.

Rojo y negro (1830)

Stendhal

Junto a La cartuja de Parma (1839), esta es una de sus novelas más conocidas y aclamadas. En esta obra se nos narra la vida de Julien Sorel, un joven inteligente, hijo de un aserrador que, como el padre del autor, despreciaba a los intelectuales. El objetivo último de Julien es hacerse un hueco en la burguesía, mundo en el que consigue entrar tras ser recomendado como maestro de los hijos del alcalde por el clérigo de su pueblo. Julien consigue hacerse un nombre en Verrières y esa fama le llevará a conquistar a la señora del alcalde. Es entonces cuando la vida de Julien empieza a complicarse debido a sus ambiciones cada vez mayores y a sus malas decisiones.

Rojo y negro es todo un ejemplo del realismo que veremos más adelante en el s. XIX, con una descripción de la situación social y política de la época que no se limita a exponer a los personajes, sino que se adentra en sus emociones, sus motivaciones, la forma en que su contexto les influye, etc., y realiza una caracterización tridimensional que no era común en aquella época. También destaco una especial delicadeza en la forma de ambientar y de situar la acción en las diferentes localizaciones, un detalle que a mí me gustó mucho, especialmente en la primera parte de la novela.

Honoré de Balzac

Literatura de Francia

También escritor realista del s. XIX, Balzac empezó su carrera en el teatro, escribiendo incluso libretos de óperas. Sin mucho éxito por aquel entonces, Balzac se interesó por la novela e intentó escribir alguna, aunque no llegó a completar sus primeros intentos. Fue más tarde cuando se le ocurrió la ambiciosa idea de escribir toda una serie de novelas en las que describiría todos los aspectos de la sociedad francesa de su época: La comedia humana. Y es, precisamente, una de estas novelas las que mayor éxito le ha otorgado y de la que os hablo a continuación.

Eugénie Grandet (1833)

Honoré de Balzac

Narra la historia de Eugénie, hija de Félix Grandet, tonelero jubilado que esconde su fortuna hasta de su propia familia, la cual vive en malas condiciones por culpa de la avaricia del padre. Sin embargo, hay quienes sospechan del verdader capital del señor Grandet y por ello pretenden la mano de Eugénie. Tras varias artimañas, tanto por parte del señor Grandet, como de quienes codician su dinero, la joven va descubriendo la verdad y, a la muerte de sus padres, es ella la que lleva las riendas de la fortuna de una forma completamente diferente al señor Grandet.

Como ya es común en el realismo, los personajes de Eugénie Grandet se caracterizan por una profundidad y complejidad que se explica también con su contexto. Pero sobre todo destaca Eugénie, que, si bien es una mujer de su tiempo, también se rebela en muchos aspectos a las convenciones sociales, muchas de ellas representadas en su padre.

Victor Hugo

Literatura francesa

Victor Hugo era hijo de un general de Napoleón, republicano y librepensador, y de una mujer católica y monárquica. Debido a los continuos cambios de residencia de la familia y a la oposición de su madre a las ideas del general, esta decidió establecerse en París con sus hijos. Así empezó la educación conservadora de Victor Hugo, la cual fue cambiando con el tiempo hasta convertirse él también en republicano. El ambiente político en que creció y vivió le llevó, años más tarde, al exilio durante el gobierno de Napoleón III. Conocido sobre todo por sus obras Nuestra señora de París (1831) y Los miserables (1862), yo os voy a hablar de una de sus novelas cortas: Último día de un condenado a muerte.

Último día de un condenado a muerte (1829)

Victor Hugo

Esta novela corta nos muestra, a modo de epístola, todos aquellos pensamientos y emociones que pasan por la cabeza del condenado mientras está retenido en su celda. Habla de la injusticia, de cómo se hacía espectáculo alrededor de la guillotina, de cómo su hija de apenas tres años ya cree que está muerto, etc. Por medio del protagonista, de quien no se conoce ni el nombre ni el delito (aunque se intuye), Victor Hugo nos muestra su posición ante la guillotina y nos hace reflexionar sobre la libertad y la vida.

 

 

Edmond Rostand

Escritores de Francia

Nacido en Marsella en el seno de una familia acomodada, Rostand fue un poeta y dramaturgo del s. XIX. Aunque sus primeras obras de teatro no fueron un gran éxito, fue con Cyrano de Bergerac con la que ganó el reconocimiento del público.

Cyrano de Bergerac (1897)

Edmond Rostand

Basada ligeramente en la vida del novelista, dramaturgo y duelista francés del s. XVII (y uno de los precursores de la ciencia ficción), esta obra de teatro en verso nos muestra las muchas habilidades de Cyrano, sobre todo con las letras, con las que ayuda a Christian a conquistar a Roxanne. Cyrano accede porque está enamorado de Roxanne y considera esta la única forma de poder demostrarle su amor.

Advertencia: si leéis esta obra, acabaréis pensando en verso y el habla normal os resultará extraña.

Simone de Beauvoir

escritoras francesas

Hija de un abogado y de una mujer burguesa y católica, Simone también recibió de muy joven una educación católica. En su adolescencia tuvo una crisis de fe que la llevó a ser atea hasta sus últimos días. Estudió Matemáticas, Literatura y Filosofía, y fue una de las primeras mujeres graduadas en la Sorbona. Después trabajó como profesora de instituto hasta que pudo sustentarse con lo que ganaba escribiendo. Una de las figuras del feminismo en general y, más concretamente, impulsora, gracias sobre todo a su obra El segundo sexo (1949), de la segunda ola del feminismo.

La mujer rota (1967)

Simone de Beauvoir

Se trata de un conjunto de tres relatos protagonizados por mujeres que reflexionan sobre su vida, la juventud y la vejez, sobre el amor, o lo que nos venden como amor, cuando en realidad es dependencia. Cada relato sigue un estilo diferente, uno más dialogado y cercano a la narrativa convencional, otro en forma de monólogo y el último, una especie de diario. Cada una de estas mujeres tiene una inquietud a lo largo de su relato y cada una reflexiona y se lamenta por ello, mostrándonos a la Simone más existencialista.

Françoise Sagan

Escritoras de Francia

Hija de padres burgueses, además de novelista, Françoise fue también cineasta de la ‘Nouvelle Vague’. Conoció a Truman Capote y a Ava Gardner en uno de sus muchos viajes a los Estados Unidos. Tuvo problemas con las drogas y con la ley, además de una salud delicada que finalmente acabó con su vida. Su novela más conocida es Buenos días, tristeza.

Buenos días, tristeza (1954)

Françoise Sagan

Esta novela, que Sagan publicó con dieciocho años, narra el verano de Cécile, una joven de diecisiete, su padre y su amante. El padre de Cécile es un mujeriego y vividor que contagia su forma de vida a su hija, la cual, ante la permisividad de su padre, hace lo que quiere durante ese verano. Cécile conoce a Cyril, con quien empieza a salir, y los cuatro disfrutan de sus ociosas vacaciones hasta la llegada de Anne, amiga de la difunta madre de Cécile y la mujer que la crió a su muerte. Esta nueva situación altera esa vida que han llevado durante sus vacaciones y, en cierto modo, lo pone todo patas arriba, y nos muestra las decisiones que toman algunos personajes para continuar con la vida de despreocupación a la que ya estaban acostumbrados.

 


Hasta aquí el viaje por la literatura francesa. Tengo la sensación de que me dejo a alguien, así que cuando recuerde qué otros autores y autoras franceses he leído, actualizaré esta entrada. Ya sabéis también que podéis dejarme vuestros comentarios y sugerencias aquí abajo.

Un saludo y que la literatura os acompañe.

Turismo literario: Escocia

Ha dado la casualidad que las primeras entradas de esta sección hayan coincidido con sitios que son especiales para mí. Ya os hablé de Valladolid, Santander y Polonia, lugares que, junto a Escocia (Glasgow, para ser más concretos), han servido de inspiración para Beltaríh, la ciudad donde se desarrolla ‘Nivel 10‘. Fui a Escocia con veinte años y me enamoré como una loca del país, por lo que, cómo no, tenía que conocer también su literatura. En la entrada de hoy os traigo los tres autores que he leído y que son, también, tres grandes de la literatura anglosajona.

Kenneth Grahame

Quizá este nombre no os diga mucho así de primeras, pero con esta foto seguro que ya caéis:

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Exacto, Grahame (nacido en Edimburgo) es el escritor de El viento en los sauces, novela infantil que se tuvo que leer Lisa, pero que dejó a un lado cuando descubrió los videojuegos de Bart.

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El viento en los sauces (1908) es un clásico de la literatura infantil y narra la historia de Topo, un… bueno, eso, un topo, que quiere vivir aventuras nuevas y decide salir a explorar mundo. En su viaje por el río y otros lugares más alejados va conociendo a otros animales que le van enseñando las diferentes formas de vida de sus amigos. Esta novela me gusta pero me choca. Me choca porque a veces, los personajes son muy brutos (aunque si tenemos en cuenta que en la época de su publicación, los cuentos infantiles no eran tan inocentones como los de ahora, en realidad no debería chocarme); pero lo que más me impresionó fue la forma que tiene Grahame de hacerte visualizar ciertos pasajes (y paisajes) de la historia: pocas veces he tenido esa sensación de magia y es lo que más me ha marcado de este libro como lectora y escritora.

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R. L. Stevenson

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Cuando era muy, muy pequeña, leí un versión adaptada a cómic de La isla del tesoro que me regaló una de mis profesoras favoritas del colegio (y la cual siempre presumía de que podía hacer círculos perfectos en la pizarra). Por aquella época, no sabía ni quién era el escritor ni conocía más obras suyas. De hecho, apenas recuerdo nada de la historia, pues no la he releído todavía desde que me la regalaran y de esto hace casi veinte años. Ya de adolescente, me compré El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde y descubrí que ambas novelas eran de R. L. Stevenson.

Robert Louis Stevenson nació en Edimburgo en 1850, en una familia de ingenieros. Aunque él también estudió ingeniería, dedicó su tiempo a escribir ensayo, poesía, literatura de viajes, etc. Fue un autor aclamado en las letras británicas y contó con cierta fama aún en vida, pero tiempo después, fue perdiendo ese prestigio al ser considerado por los críticos contemporáneos como un escritor de segunda. Por suerte, volvió a surgir un interés por sus obras y, hoy en día, es uno de los escritores más traducidos de todo el mundo.

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886) es una de esas novelas que, por un motivo u otro, todos conocemos y sabemos de qué va. No solo porque haya muchísimas adaptaciones, sino porque ha influido en la cultura popular de tal forma que, cuando escuchamos o leemos alguna referencia a Jekyll o a Hyde, sabemos muy bien por donde van los tiros. Es lo malo de este tipo de novelas de hace casi dos siglos y que se han quedado en el imaginario colectivo: que esos famosos giros argumentales no te sorprenden como si los leyeras por primera vez. No obstante, la novela sigue teniendo esa atmósfera turbia y un misterio que se va revelando poco a poco y que indaga en la dualidad del ser humano. Cuando lo leí por primera vez, antes de estudiar Psicología, esta novela me formó una idea (algo errónea) de lo que era la personalidad disociativa (o múltiple): un ser violento y despreciable que absorbe la bondad de la otra personalidad. Ahora, tras una relectura con mayor conocimiento sobre el tema, sí que me parece una forma interesante de explorar los dos aspectos opuestos del personaje.

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Quienes lo rodean piensan que eran dos personas distintas, una buena y otra mala, porque ¿cómo iba a ser el respetado doctor Jekyll un vil y monstruoso ser? Sin embargo, el propio Jekyll sabía que esa mala y perversa personalidad nacía de él, aunque nadie le creyera capaz de albergar un sentimiento así. De hecho, cuando admiramos a alguien, nos pasa como a los defensores de Jekyll: no concebimos que esa persona tenga defectos. Como psicóloga, esa reflexión me parece más acertada que la de una personalidad disociativa (que viene provocada por una droga producida por el propio Jekyll). En definitiva, una obra imprescindible para los amantes de la novela gótica.

Walter Scott

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Sir Walter Scott nació en Edimburgo y fue abogado aparte de escritor y poeta. Cuando fui a Glasgow, sabía que existía un tal Walter Scott y me sonaba una obra llamada Ivanhoe, pero no tenía ni idea de que este autor era escocés hasta que no llegué allí y empecé a ver su nombre por muchos sitios. Después, en Edimburgo, nuestra guía majísima nos enseñó el Museo de los Escritores, dedicado a Scott, Stevenson y Robert Burns. De este último me hubiera encantado contaros algo más, pero lo único que sé de él es que fue el compositor del famoso villancico ‘Auld Lang Syne’ (y como yo no sé cantar, os dejo a Julie Andrews para esta tarea).

Después de haber estado en Edimburgo (por desgracia no pude pasar por el Monumento a Scott, pero es precioso), para mí era una obligación leer a este autor. A Scott se le puede considerar el padre de la novela histórica tal y como la conocemos ahora, puesto que escribió un gran número de novelas de este género, casi todas bajo pseudónimo. En 1820 publicó Ivanhoe, novela que se alejaba de las anteriores en cuanto a tiempo y lugar donde transcurre la obra. Sus trabajos anteriores trataban de temas escoceses de su pasado reciente, mientras que Ivanhoe se ambienta en la Inglaterra del s. XII en pleno reinado de Ricardo Corazón de León.

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Monumento a Scott en Edimburgo

Una novela llena de aventuras en la que no faltan los torneos de caballeros, complots políticos, amoríos, personajes que ocultan su identidad (aunque sea evidente quienes son en realidad) y, también, grandes batallas que ganan los justos. Un par de cosas quedan claras cuando lees la novela: el posicionamiento de Scott a favor de los sajones, los verdaderos ingleses, como se hacen llamar en la historia, en detrimento de los normandos, liderados por Juan Sin Tierra; y el odio que había en aquella época hacia los judíos, así como el intento del autor de limpiar esa mala imagen, que se puede ver sobre todo en el personaje de Rebeca, hija del judío Isaac de York. Además de todo esto, me gustaron mucho los personajes Gurth y Wamba (es último es el loco-cuerdo y el más cómico de la novela); con ellos empieza la trama y se les coge cariño a lo largo de la historia. En fin, que si os gustan las novelas históricas, no os podéis perder este clásico del género y de la literatura universal.

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Este ha sido mi repaso por la tierra de William Wallace y Nessie, un país que adoro y que espero que a vosotros os pique el gusanillo de leer a sus grandes autores.

Podéis dejarme recomendaciones y otros comentarios.

Un saludo y que la literatura os acompañe.

Turismo literario: Polonia

Polonia es un país al que le tengo muchísimo cariño. Estudié en Varsovia un año y, mientras estaba allí pude visitar muchas ciudades y conocer esa parte de la historia que no solía salir en los libros de texto, pero que es casi tan importante. Esa parte de la historia de la que hablan los autores en sus grandes obras y la que forja el espíritu de toda una nación. Cuando estaba allí, tenía el problema de que las librerías que veía no tenían libros en inglés ni, mucho menos, en español, y la única que encontré en inglés estaba más especializada en obras internacionales y tenía pocas traducciones de autores polacos. Así que la mayoría de los autores que aquí os traigo los leí a mi vuelta a España.

Otro de los ‘problemas’ que he encontrado al redactar esta entrada es que, como sabéis, Polonia ha sufrido muchos cambios en sus fronteras a lo largo de la historia y, como país, es un relativamente joven. Muchos de los autores que leeréis a continuación no han nacido en lo que hoy en día se considera Polonia, sino que vienen de otras regiones que en su época pertenecieron a Polonia, sobre todo a la Polonia que estaba bajo el Imperio Ruso. Pensándolo mejor, quizá debería haber puesto comillas en el título de la entrada. Pero bueno, espero que me perdonéis esta pequeña trampa histórica y os pique el gusanillo de leer a estos autores. Comenzamos.

Joseph Conrad

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Nacido en 1857 con el nombre de Jósef Teodor Konrad Korzeniowski, Conrad fue un escritor polaco/ucraniano de nacionalidad británica que escribió en inglés a pesar de ser su tercera lengua. Con corta edad se unió a la marina mercante británica, lo que le otorgó un amplio conocimiento de la vida de marinero. Este conocimiento se ve reflejado en muchas de sus obras. Fue una de sus expediciones al Congo que le sirvió de inspiración para escribir la que es su obra más conocida, El corazón de las tinieblas (1899), que narra y critica las aberraciones de los europeos en África. Pero yo os voy a hablar en esta entrada de Bajo la mirada de Occidente.

Bajo la mirada de Occidente (1911) es la historia de una traición. Kyrilo Razumov es un estudiante sin familia y sin fuertes lazos de apego al que la revolución rusa de principios del s. XX ni le va ni le viene. Pero el espíritu de la época es turbulento, como demuestra el reciente asesinato del ministro de Estado, y poco puede hacer cuando uno de sus compañeros de facultad le confiesa que es él el terrorista y le pide ayuda. Encontramos entonces a un Razumov que, por no sentirse ni de un bando ni de otro, finalmente decide traicionar a su compañero, dando pie a toda una serie de embrollos. Con esta novela, Conrad denuncia la situación sociopolítica de Rusia y nos muestra toda una paleta de personajes complejos, llenos de conflictos internos e incoherencias, y una atmósfera opresora que refleja el ambiente de la época.

Adrzej Szczypiorski

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Andrzej nació en 1928 en Varsovia. Fue escritor, activista político y, tras su muerte, se descubrió que también había colaborado con la policía secreta comunista polaca. Desconocido en España, algunas de sus obras sí han sido traducidas al inglés, como es el caso de The Beautiful Mrs. Seidenman (1986), de la que voy a hablar a continuación.

Esta novela ambientada en la Varsovia de 1943 narra la historia de Irma Seidenman, una judía con rasgos arios que consigue hacerse pasar por la viuda de un oficial polaco hasta que la descubren y la arrestan. Es a partir de este suceso que se despliegan el resto de historias y personajes. En The Beautiful Mrs. Seidenman se ve la tragedia de la Varsovia ocupada por los nazis, la dramática realidad del Gueto judío y, mediante saltos en el tiempo narrativo, esta novela nos permite conocer acontecimientos históricos de la ciudad desde la perspectiva de los personajes.

Czesław Miłosz

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Más conocido por su faceta como poeta, Miłosz fue también ensayista y diplomático. Durante la Segunda Guerra Mundial ayudó a muchos judíos en la Varsovia ocupada, por lo que fue galardonado años más tarde con la medalla de los Justos entre las Naciones. Buscó asilo del comunismo en Francia y en EEUU. Fue en París donde escribió La mente cautiva (1953)obra ensayística con la que analiza cómo la propaganda estalinista podía hacerse con las mentes más progresistas e intelectuales y como hasta los más fuertes podían sucumbir ante el miedo o la falsa sensación de seguridad. También analiza y critica a varios autores polacos (bajo diferentes pseudónimos) que habían caído en la nueva doctrina comunista.

Stanisław Lem

Lem es sin duda una de las figuras más importantes de la ciencia ficción. Nacido en Lviv (actual Ucrania) en el seno de una familia burguesa judía, se vio afectado por este entorno a lo largo de su vida. Fue rechazado en algunas universidades de Lviv por su procedencia burguesa, ocultó su origen judío con papeles falsos durante la ocupación nazi y finalmente tuvo que mudarse junto a su familia a Cracovia, donde continuó sus estudios de Medicina. Sus obras han visto de cerca la censura comunista hasta que llegó una época de mayor apertura.

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Su novela más conocida es Solaris (1961), de la que ya hablé en mi resumen de lecturas favoritas de 2016 y de la que solo diré en esta entrada que se trata no solo de una obra de ciencia ficción, sino también filosófica sobre la posibilidad de llegar a conocer y comunicarnos con otras especies, así como una exploración de la psicología humana y de los ‘fantasmas’ que nos acechan.

La primera obra que leí de Lem fue Congreso de Futurología (1971), novela que me conquistó por dos motivos: su sentido del humor, rayano a veces en lo absurdo; y su giro argumental final. En la novela, Ijon Tichy acude al Octavo Congreso Mundial de Futurología en el Hotel Hilton de Costa Rica, donde estalla una bomba tras una revuelta y muchos de los supervivientes se esconden en las alcantarillas. Ijon pronto se da cuenta de que algo no va bien cuando descubre que lo han drogado contra su voluntad. A partir de ahí, la trama se va desplegando de forma igualmente hilarante y satírica. Ya os digo, para mí fue todo un descubrimiento.


 

Hasta aquí mi repaso literario-turístico de Polonia. Espero que os haya gustado y, si conocéis otros autores polacos, no dudéis en dejar vuestro comentario.

Un saludo y que la literatura os acompañe.


 

Foto de portada: Plaza del mercado de la Ciudad Vieja (Varsovia)

Turismo literario: Santander

A todos nos ha pasado que un día decides poner un poco de orden en tu pc y, mientras estás reorganizando los archivos, te topas con esa carpeta de fotos del año de la polca o las fotos que hiciste en tu viaje a no sé dónde. Entonces, se te olvida que estabas ordenando tu portátil y te pones a verlas. Pues algo así me pasó el otro día y me dio una idea para una sección: ¿Por qué no hacer una entrada sobre la literatura de un lugar? Cuando viajo, me gusta leer autores de la ciudad o país al que voy y, además, aunque nunca haya visitado ese lugar, a veces sí que he leído escritores locales. Por eso, hablaré de la literatura tanto de los sitios que he visitado, como de los que tan solo he leído sus novelas.  Pues bien, dicho esto, comencemos con Santander y dos de los escritores españoles más queridos por los santanderinos: Jose María de Pereda y Benito Pérez Galgós.

Jose María de Pereda

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Estuve en Santander hace algo más de dos años y pasé allí una semana. Como iba sola, me dediqué a investigar las calles y lugares principales y descubrí que una de las avenidas más importantes —y lugar que inspiró algunas escenas de mi novela— era el Paseo de Pereda, que comenzaba en los Jardines de Pereda. Pensé, «¿quién será este tal Pereda que lo nombran tanto en los blogs de turismo cántabro?». Entonces descubrí que es uno de los escritores más queridos de Santander.

Jose María de Pereda nació en Polanco, Cantabria, en 1833 y fue, a parte de escritor, diputado carlista. Comenzó su andadura como periodista en el diario santanderino La Abeja Montañesa y probó suerte en el teatro, pero es su obra narrativa la que más destaca. Considerado uno de los maestros del costumbrismo y gran exponente del realismo español, también fue amigo de Benito Pérez Galdós (de quien hablaré después), a quien conoció en su época en Madrid, y con quien tuvo una fuerte amistad a pesar de sus marcadas diferencias ideológicas. Una de las obras más conocidas de Pereda, y de la que os voy a hablar ahora, es Sotileza.

Publicada en el 1884, Sotileza es un retrato del Santander de la época, concretamente de los pescadores, marineros y de la clase baja. Cuenta la historia de Silda, una niña huérfana que se relaciona con Andresito, hijo de marinero y niño de buenos modales y educación, y otros niños de clase humilde (los ‘raqueros’ que tan famosos son en la ciudad cántabra).

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Los 'raqueros', que se lanzaban al agua en busca de las monedas que les tiraban los ciudadanos que querían algo de entretenimiento.

 

Pronto, Silda (o Sotileza como le apoda su segundo padre adoptivo) levanta las pasiones de Andresito, de Muergo, uno de los raqueros, y del hijo de su primer padre adoptivo. Todos estos embrollos amorosos dan pie a lo que no puede faltar en una novela realista española del s.XIX: las habladurías, las malas intenciones de las personas que rodean a estos personajes, las acusaciones de falta de moral, la aparente imposibilidad de salvar las diferencias de clases y todo un retrato de la España más sombría y ‘bienqueda’, cuyos trapos sucios se limpian en casa.

Si algo sorprende Sotileza es el uso del lenguaje: muy detallado en sus narraciones —sobre todo por el uso de la terminología pesquera— y muy fiel la representación que hace del curioso habla santanderina de la época. A parte de su estilo realista y costumbrista, podemos ver en la novela la crudeza de una sociedad comida por la envidia, que se ve reflejada en los personajes de la primera madre adoptiva de Sotileza y su hija, que le hacen la vida imposible y pretenden ensuciar su imagen hasta después de haberse ido de su hogar.

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Monumento a Pereda en los Jardines de Pereda (Santander). Los relieves representan escenas de sus obras. El de abajo a la derecha es el padre Apolinar con los raqueros.

 

Estos dos autores que os traigo son grandes exponentes del realismo español del s.XIX y es precisamente este siglo uno de mis favoritos en las letras españolas, quizá solo superado por el modernismo y la Generación del 98 (también tengo que reconocer que es lo que más he leído a nivel nacional, ahí podéis echarme la bronca). Así que ahora vamos a pasar al gran amigo de Pereda y grande de la literatura española: Benito Pérez Galdós.

Benito Pérez Galdós

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A Pereda no lo conocía cuando fui a Santander, pero de Galdós no sabía que tenía relación con la capital cántabra hasta que, paseando por un parque cercano a la playa del Sardinero, vi una estatua suya y, en la playa de El Camello, un mural con un fragmento de Gloria (1877) del escritor que hacía referencia al nombre de la misma. Entonces, investigué y descubrí que Benito Pérez Galdós  veraneaba en la ciudad, en ‘San Quintín’, su finca santanderina.

Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria y se mudó a Madrid para estudiar derecho, donde conoció a otros grandes autores (entre ellos, Pereda) y pensadores españoles de la época que influyeron en su vida y en su obra. Sus obras más conocidas son quizá Fortunata y Jacinta y su colección de Episodios nacionales, pero en esta entrada os hablaré de las que yo conozco y los que me han atrapado en la prosa galdosiana, que son TormentoTristana.

Ambas novelas protagonizadas por dos mujeres inmersas en un triángulo amoroso en que son objeto de deseo de un hombre mayor y con cierto poder sobre ella y, a la vez, aman a otro de posición más humilde. Aunque los finales de ambas son algo distintos, se asemejan mucho en el sufrimiento que su condición de mujeres reprimidas les supone. Amparo (apodada Tormento), cuya vida se ha visto truncada por haber roto los esquemas de la mujer sumisa y casta de la época, tan solo quiere la paz que por culpa de su ignominiosa falta (para la época, claro) con Pedro Polo no puede tener. Esa paz la encuentra en Agustín, un hombre que ha viajado y redimido sus faltas y ve la pureza de Tormento. Pero como parece ser común en la novela realista de la época, no todo va a ser fácil. Tormento es arrastrada hasta el mayor abismo de todos: la desesperación que hace honor a su apodo. Y en esto, Galdós muestra una gran destreza y conocimiento de la psicología de los personajes.

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Por otra parte, Tristana es una huérfana que es acogida por un amigo de su familia, don Lope, que la desea y se convierte en un tirano por retenerla. Sin embargo, Tristana se enamora de Horacio, un pintor que, tras los primeros encuentros idílicos y las primeras promesas de amor, empieza a ver una faceta de Tristana que no le gusta: ella quiere ser libre, no quiere ser una mujer más, quiere ser la mejor versión de sí misma. Con Tristana experimentamos el desasosiego de vivir bajo el yugo de un benefactor dominante y asfixiante y la fantasía de un amor que ya se desvaneció hace tiempo y ya no existe.

Ambas protagonistas encuentran salida a su situación de forma distinta, abierta a interpretaciones que, aunque puedan parecer felices, dejan una sensación de derrota propia de este periodo literario. El mito de Dafne y Apolo contextualizado por Galdós.

Porque es precisamente leyendo las letras españolas de este siglo que siento que hay muchos aspectos de nuestra sociedad tan arraigados que resulta frustrante y descorazonador ver que, en el fondo, pocas cosas han cambiado realmente.

Sí, me he puesto derrotista, pero a veces hace falta leer algo escrito hace más de un siglo para darte cuenta de como está el mundo ahora. Y por eso es por lo que os recomiendo a estos dos escritores santanderinos (de nacimiento o de adopción).


Hasta aquí esta entrada de turismo literario. Espero que os haya gustado y que os animéis a leer a los autores o a visitar Santander.

Un saludo y que la literatura os acompañe