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#SemanaAutopublicados

7 cosas que me hubiese gustado que me contaran antes de autopublicarme #SemanaAutopublicados

A principios de mes, Carmelo Beltrán propuso la iniciativa #SemanaAutopublicados en la que quería dar a conocer la existencia de la literatura autopublicada y desmontar esos prejuicios acerca de la misma. O dejo el vídeo en el que explica en qué consiste esta semana:

Quienes estamos en este mundo de la autopublicación sabemos que hay obras y autores de muchísima calidad que merecen tener el mismo reconocimiento que otros publicados en editoriales tradicionales. Así que este es mi granito de arena para esta iniciativa.

Como autora autopublicada he aprendido muchas cosas a lo largo de este año, pero mis mejores maestros han sido mis propios errores. Cuando empiezas esta aventura de la autopublicación, en especial si publicas por primera vez, llegas con una ilusión y una emoción que poca gente te puede quitar: vas a publicar tu novela, ¡por fin! Todo son nubes de algodón, arcoíris y unicornios. Entonces, llega la realidad. Y, además, va llegando poco a poco. En este camino hay mucha decepción y mucha frustración, pero, eh, también hay gratas recompensas. Aquí os dejo una lista con todo lo que me hubiese gustado saber antes de autopublicar mi primera novela.

1) No te apresures

Cuando estamos escribiendo nuestra primera novela estamos llenos de ilusión por terminarla y poder enseñársela ya al mundo. Esa ganas tremendas de tener nuestra obra allá fuera en las repisas o ebooks de potenciales lectores nos puede, para qué engañarnos. A mí me podía. Además, todos fantaseamos con que a nuestra novela le vaya bien y le guste a mucha gente y hagamos presentaciones en muchos lugares y nos llamen para hacer entrevistas o dar charlas, etc. Por eso nos damos todavía más prisa por publicar nuestra obra. Si nos decantamos por la autopublicación, como es el caso de muchos de nosotros, Amazon y otras plataformas similares nos han dado la oportunidad de subir nuestra obra y cumplir nuestro sueño de forma sencilla. Esto es otro factor para que, cuando tengamos terminado nuestra novela, nos precipitemos.

Ya dije en mi primera entrada dedicada a la corrección de la novela que es recomendable dejar descansar el manuscrito para tomar distancia y ver mejor los fallos (aunque nunca llegaremos a ver ciertos vicios si no nos los resalta un ojo ajeno). No solo para corregir sirve este consejo. Incluso después de haber realizado el mínimo de correcciones necesarias y de haber hecho los cambios pertinentes es posible que publicarla siga siendo un paso precipitado. Cuando publiqué por primera vez ‘Nivel 10’ hace un año, lo hice para presentarla al concurso de literatura indie de Amazon. Pero, si os soy sincera, ni siquiera era ese el objetivo que tenía en mente para la novela cuando la terminé. Tenía otros planes completamente diferentes para el manuscrito y que, por asuntos que no vienen ahora al caso, no he podido hacer de momento. Así que me resigné y, como estaba a tiempo todavía, decidí tenerla lista para el concurso. Podría haber estado mejor, pero me precipité. Por eso, decidí reeditarla y estoy más contenta con el resultado (y, desde luego, no olvido esos planes iniciales que tenía para ella). Otro de los motivos por los que me precipité es porque yo era una completa desconocida. Pero de esto hablo en el siguiente punto.

2) Primero hazte un nombre, luego ya tu novela

Como acabo de decir, era una completa desconocida cuando publiqué ‘Nivel 10’ (a ver, lo sigo siendo, pero ahora soy una desconocida con redes sociales). Lo que hice fue algo parecido a lo de llamar al portero y salir huyendo. No tenía ni blog, ni página, ni redes sociales de escritora; las fui creando poco a poco conforme veía que sin presencia en internet me comía los mocos (y también conforme Miriam Beizana me iba animando).

Al principio, la idea de tener que hacerme un blog y redes sociales de escritora no me llamaba para nada la atención. Siempre he sido tímida, siempre he ido a mi rollo en mis redes sociales personales y las cosas que suelo compartir o decir en ellas son tan dispares que o tienen cierta aceptación o pasan sin pena ni gloria (aunque los vídeos de gatetes y perretes siempre han sido bien recibidos).

Perretes
I love you too, perrete tierno

Así que imaginaros lo que podía suponer para mí abrir varias cuentas para luego ver que mis posts pasaran por la red como una mata de esparto en el desierto. Esa exposición tan abrupta me hacía sentir tan vulnerable que la rechazaba siempre que podía. Pero es que veía que en la oscuridad y soledad del anonimato no iba a conseguir aquello con lo que fantaseaba por lo que al fin me lancé de nuevo a la piscina (como siempre hago con todo, sin flotador y sin saber nadar) y abrí este blog y mis cuentas de Facebook y de Twitter. Y empecé a observar cómo iba esto del marketing online.

3) Pero hacerse un nombre es difícil

Exacto. Ser una completa desconocida en un mundo en el que hay mucha gente y, además, ya hay lazos formados es duro para alguien que es tan reservada como yo. ¿Sabéis cuántas amigas hice en el instituto? Con una mano me bastaría para contarlas y me sobrarían dedos. En redes sociales sigo siendo igual de tímida que en la vida real, pero me tengo que poner una máscara y hacer como que no me muero de vergüenza cada vez que publico algo o interactúo con alguien. Ya se sabe, ‘fake it until you make it’ (algo así como ‘finge hasta que lo consigas’).

Para hacerte oír hay que alzar la voz y hablar claro o, si no, lo que digas se perderá entre el ruido. Y, claro está, hay que decir algo que valga la pena para no ser ‘esa que monta follón’. No paraba de leer en muchos blogs de recursos para escritores que para tener seguidores fieles había que tener contenido útil e interesante. Y, claro, ¿qué puedo ofrecer yo diferente que nadie más haya hecho? La respuesta es compleja, porque ya hay blogs estupendos que hacen artículos superinteresantes sobre miles de temas. Muchos de nosotros compartimos posts muy similares y de gente similar. Si Gabriella Campbell o Ana González Duque suben un nuevo artículo, seguro que ya tendrán cientos de retweets, porque son un referente en el mundo de la autopublicación. Por eso, a veces me entra la inseguridad de no saber qué ofrecer. Así que, otra vez me pongo una máscara y finjo que lo que estoy diciendo os va a cambiar la vidaFake it until you make it.

4) Escritora de día, miles de roles de noche

Otra de las cosas que me hubiese gustado saber antes de meterme en este fregao es que iba a tener que aprender a hacer cosas diferentes a escribir. Si contáis con profesionales que se encarguen de las fases posteriores a la escritura del manuscrito, entonces tenéis un gran porcentaje del trabajo hecho y, mirad, ese peso que os quitáis. Pero si no disponéis de ese apoyo, deberéis ser, además de escritores, correctores, maquetadores, ilustradores o diseñadores gráficos, copywriters, community managers, expertos en marketing y SEO, magos, alquimistas y malabaristas.

5) El día solo tiene 24 horas

Y para todos esos trabajos ‘extras’ que conlleva el ser escritores autopublicados, necesitamos una esmerada planificación. Porque sabemos que el día solo tiene veinticuatro horas y los más afortunados dedican ocho a dormir y entre cinco y ocho a trabajar, lo que nos deja aproximadamente otras ocho horas para todo lo demás.

Yo soy un desastre para planificarme; lo acabo haciendo, pero tardo mucho en encontrar la distribución que me resulta mas eficiente a la hora de trabajar. Cuando empecé con mis redes sociales de escritora, todo me resultaba un caos: ¿qué hago? ¿de qué escribo? ¿cuándo lo hago? ¿qué días publico? ¿por qué parece que no me queda tiempo para nada? Luego, conforme le iba cogiendo el truco, me he ido organizando mejor y, al pensar en esta evolución, se me viene a la cabeza lo que en estadística se conoce como ‘regresión lineal’. La regresión lineal (la simple, al menos) estudia la relación entre dos variables, X e Y. Nos permite conocer si la variable independiente (X) tiene algún efecto en la variable dependiente (Y). Si los datos se distribuyen como la nubecita de la izquierda, significa que no hay relación ninguna, mientras que si se asemejan a una línea, sabemos que podemos predecir con cierta confianza el comportamiento de Y según X.

Al principio yo era la nubecita de la izquierda, dando palos de ciego; ahora me voy acercando más a una línea: ya tengo ciertos días para publicar posts, me organizo lo que comparto en Facebook, dedico ciertos periodos de tiempo a Twitter y he aprendido en qué momentos del día soy más productiva a la hora de escribir (¿Adivináis cuándo? ¡Sí, a las tantas de la noche! Dormir, ¿pa’ qué?). Ahora que mi rutina es más predecible, yo estoy menos agobiada.

En definitiva, si os cuesta organizaros, tendréis que tomaros vuestro tiempo para conocer vuestra mejor forma de trabajar y de planificar vuestro tiempo, pero os aseguro que es algo que agradeceréis cuando ya se haya convertido en una rutina. Si sois organizados de fábrica, ya tenéis gran parte del trabajo hecho en ese sentido.

6) Vas a pasar por muchas fases y todas van a ser cíclicas

Esto es otro pequeño detalle del que hablé en esta entrada. Vamos a pasar por muchas fases durante nuestra carrera literaria, desde la inmensa euforia que nos entra cuando se nos ocurre una idea genial para una novela o un relato, a la sensación de ser un fraude y de creer que nuestro trabajo es una completa basura. Iremos desde una altísima productividad, donde no dejemos de escribir, hasta una total falta de ganas de sentarse frente al teclado o la libreta. No nos vamos a librar de estos dos extremos ni de toda la gama de grises que hay entre medias. Así que, cuando tengáis la adrenalina por las nubes, por el motivo que sea, aprovechad el chute de autoestima y motivación para poneros a trabajar, pero sed cautos y andaros con pies de plomo para que no se os suba la emoción a la cabeza y os nuble el sentido común. Por otra parte, si estáis en una de esas épocas en que todo se nos viene grande, no conseguimos salir del hoyo de negatividad y desprecio hacia nosotros mismos, no tiréis la toalla, ni lo mandéis todo a paseo, porque esa época pasará y, además, es muy necesaria para verlo todo con una perspectiva más realista. Resistid y seguir escribiendo aunque creáis que no merece la pena.

Y sobre todo…

7) Ten mucha paciencia

Porque esta profesión es, en la mayoría de los casos, una inversión a largo plazo: escribir requiere mucho tiempo y dedicación y debemos ser pacientes (y constantes) para finalizar nuestros proyectos, pero también para ver los frutos de nuestro trabajo, para esperar las reseñas y opiniones de los lectores, para ver cómo nuestra obra y nuestro nombre va haciéndose un hueco en el mundo de la autoedición, etc. Tenemos que sembrar y cuidar esas semillas para ver florecer aquello que nos hemos propuesto.

 


Y hasta aquí mi lista de todo aquello que me hubiese gustado saber antes de meterme en estos berenjenales. ¿Qué opináis? ¿Estáis de acuerdo con esta lista? ¿Qué añadiríais según vuestras experiencias? No dudéis en dejarme vuestros comentarios aquí abajo.

Un saludo y que la literatura os acompañe.

 


Imagen de portada de Sarah Deer