Turismo literario: Escocia

Ha dado la casualidad que las primeras entradas de esta sección hayan coincidido con sitios que son especiales para mí. Ya os hablé de Valladolid, Santander y Polonia, lugares que, junto a Escocia (Glasgow, para ser más concretos), han servido de inspiración para Beltaríh, la ciudad donde se desarrolla ‘Nivel 10‘. Fui a Escocia con veinte años y me enamoré como una loca del país, por lo que, cómo no, tenía que conocer también su literatura. En la entrada de hoy os traigo los tres autores que he leído y que son, también, tres grandes de la literatura anglosajona.

Kenneth Grahame

Quizá este nombre no os diga mucho así de primeras, pero con esta foto seguro que ya caéis:

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Exacto, Grahame (nacido en Edimburgo) es el escritor de El viento en los sauces, novela infantil que se tuvo que leer Lisa, pero que dejó a un lado cuando descubrió los videojuegos de Bart.

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El viento en los sauces (1908) es un clásico de la literatura infantil y narra la historia de Topo, un… bueno, eso, un topo, que quiere vivir aventuras nuevas y decide salir a explorar mundo. En su viaje por el río y otros lugares más alejados va conociendo a otros animales que le van enseñando las diferentes formas de vida de sus amigos. Esta novela me gusta pero me choca. Me choca porque a veces, los personajes son muy brutos (aunque si tenemos en cuenta que en la época de su publicación, los cuentos infantiles no eran tan inocentones como los de ahora, en realidad no debería chocarme); pero lo que más me impresionó fue la forma que tiene Grahame de hacerte visualizar ciertos pasajes (y paisajes) de la historia: pocas veces he tenido esa sensación de magia y es lo que más me ha marcado de este libro como lectora y escritora.

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R. L. Stevenson

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Cuando era muy, muy pequeña, leí un versión adaptada a cómic de La isla del tesoro que me regaló una de mis profesoras favoritas del colegio (y la cual siempre presumía de que podía hacer círculos perfectos en la pizarra). Por aquella época, no sabía ni quién era el escritor ni conocía más obras suyas. De hecho, apenas recuerdo nada de la historia, pues no la he releído todavía desde que me la regalaran y de esto hace casi veinte años. Ya de adolescente, me compré El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde y descubrí que ambas novelas eran de R. L. Stevenson.

Robert Louis Stevenson nació en Edimburgo en 1850, en una familia de ingenieros. Aunque él también estudió ingeniería, dedicó su tiempo a escribir ensayo, poesía, literatura de viajes, etc. Fue un autor aclamado en las letras británicas y contó con cierta fama aún en vida, pero tiempo después, fue perdiendo ese prestigio al ser considerado por los críticos contemporáneos como un escritor de segunda. Por suerte, volvió a surgir un interés por sus obras y, hoy en día, es uno de los escritores más traducidos de todo el mundo.

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886) es una de esas novelas que, por un motivo u otro, todos conocemos y sabemos de qué va. No solo porque haya muchísimas adaptaciones, sino porque ha influido en la cultura popular de tal forma que, cuando escuchamos o leemos alguna referencia a Jekyll o a Hyde, sabemos muy bien por donde van los tiros. Es lo malo de este tipo de novelas de hace casi dos siglos y que se han quedado en el imaginario colectivo: que esos famosos giros argumentales no te sorprenden como si los leyeras por primera vez. No obstante, la novela sigue teniendo esa atmósfera turbia y un misterio que se va revelando poco a poco y que indaga en la dualidad del ser humano. Cuando lo leí por primera vez, antes de estudiar Psicología, esta novela me formó una idea (algo errónea) de lo que era la personalidad disociativa (o múltiple): un ser violento y despreciable que absorbe la bondad de la otra personalidad. Ahora, tras una relectura con mayor conocimiento sobre el tema, sí que me parece una forma interesante de explorar los dos aspectos opuestos del personaje.

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Quienes lo rodean piensan que eran dos personas distintas, una buena y otra mala, porque ¿cómo iba a ser el respetado doctor Jekyll un vil y monstruoso ser? Sin embargo, el propio Jekyll sabía que esa mala y perversa personalidad nacía de él, aunque nadie le creyera capaz de albergar un sentimiento así. De hecho, cuando admiramos a alguien, nos pasa como a los defensores de Jekyll: no concebimos que esa persona tenga defectos. Como psicóloga, esa reflexión me parece más acertada que la de una personalidad disociativa (que viene provocada por una droga producida por el propio Jekyll). En definitiva, una obra imprescindible para los amantes de la novela gótica.

Walter Scott

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Sir Walter Scott nació en Edimburgo y fue abogado aparte de escritor y poeta. Cuando fui a Glasgow, sabía que existía un tal Walter Scott y me sonaba una obra llamada Ivanhoe, pero no tenía ni idea de que este autor era escocés hasta que no llegué allí y empecé a ver su nombre por muchos sitios. Después, en Edimburgo, nuestra guía majísima nos enseñó el Museo de los Escritores, dedicado a Scott, Stevenson y Robert Burns. De este último me hubiera encantado contaros algo más, pero lo único que sé de él es que fue el compositor del famoso villancico ‘Auld Lang Syne’ (y como yo no sé cantar, os dejo a Julie Andrews para esta tarea).

Después de haber estado en Edimburgo (por desgracia no pude pasar por el Monumento a Scott, pero es precioso), para mí era una obligación leer a este autor. A Scott se le puede considerar el padre de la novela histórica tal y como la conocemos ahora, puesto que escribió un gran número de novelas de este género, casi todas bajo pseudónimo. En 1820 publicó Ivanhoe, novela que se alejaba de las anteriores en cuanto a tiempo y lugar donde transcurre la obra. Sus trabajos anteriores trataban de temas escoceses de su pasado reciente, mientras que Ivanhoe se ambienta en la Inglaterra del s. XII en pleno reinado de Ricardo Corazón de León.

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Monumento a Scott en Edimburgo

Una novela llena de aventuras en la que no faltan los torneos de caballeros, complots políticos, amoríos, personajes que ocultan su identidad (aunque sea evidente quienes son en realidad) y, también, grandes batallas que ganan los justos. Un par de cosas quedan claras cuando lees la novela: el posicionamiento de Scott a favor de los sajones, los verdaderos ingleses, como se hacen llamar en la historia, en detrimento de los normandos, liderados por Juan Sin Tierra; y el odio que había en aquella época hacia los judíos, así como el intento del autor de limpiar esa mala imagen, que se puede ver sobre todo en el personaje de Rebeca, hija del judío Isaac de York. Además de todo esto, me gustaron mucho los personajes Gurth y Wamba (es último es el loco-cuerdo y el más cómico de la novela); con ellos empieza la trama y se les coge cariño a lo largo de la historia. En fin, que si os gustan las novelas históricas, no os podéis perder este clásico del género y de la literatura universal.

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Este ha sido mi repaso por la tierra de William Wallace y Nessie, un país que adoro y que espero que a vosotros os pique el gusanillo de leer a sus grandes autores.

Podéis dejarme recomendaciones y otros comentarios.

Un saludo y que la literatura os acompañe.

6 comentarios en “Turismo literario: Escocia

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