Mis escritoras: Patricia Highsmith

En el penúltimo año de la Escuela de Idiomas me mandaron leer un libro para el tercer trimestre; entre las opciones a elegir estaba El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith. No, no fue ese el que yo escogí. Pero el nombre ya se había metido en mi memoria. Fue unos cuatro años más tarde cuando me volví a topar con Highsmith en la librería Berkana de Madrid. Allí vi la novela de Carol y, como me suele pasar a menudo, algo me dijo que debía llevármela conmigo. Y así fue. Patricia, Fani. Fani, Patricia.

Patricia nació en Texas y su infancia no fue fácil. Sus padres se separaron días antes de su nacimiento y se mudó con su madre y su padrastro a Nueva York. Con 12 años, Patricia regresó a Texas para vivir con su abuela durante un año en el que se sintió abandonada por su madre, la cual había confesado que había intentado abortar. La relación con esta marcó mucho a la escritora y, junto a una serie de enfermedades que sufrió y una depresión intermitente, jugó un papel importante en el carácter hostil y misántropo de Highsmith.

Su obra

Aunque El talento de Mr. Ripley (y el resto de las novelas de Ripley) es su novela más conocida, yo os traigo en esta entrada otras dos que también os sonarán, así como un libro de relatos cortos.

Extraños en un tren (1950)

Patricia escribió su primera novela durante un retiro de artistas en Yaddo, al que fue recomendada por Truman Capote. Extraños en un tren es el relato del crimen perfecto o, al menos, de lo que podría haber sido un crimen perfecto. La casualidad hace que Guy Haines y Charles Bruno se conozcan en un tren y este último le proponga una especie de trueque de asesinatos: Bruno se ofrece a matar a la exmujer de Guy, de la que se está divorciando, si este mata al padre de Bruno.

Patricia Highsmith Extraños en un tren
Típica portada con la foto de la peli

Según Bruno, este intercambio sería perfecto, pues nadie sospecharía de ninguno de los dos hombres y sería imposible conectar ambos crímenes.

Esta fue la segunda novela que yo leí de Patricia y, tras Carol (de la que hablaré a continuación), sabía que Highsmith tenía una habilidad magistral para indagar en sus personajes y rascar y rascar. Sobre todo, y Extraños en un tren es un buen ejemplo de ello, conseguía explorar las emociones más oscuras y desagradables del ser humano de la mano de dos personajes tan diferentes. Es el sentimiento de culpabilidad y angustia de Guy el que más llamó mi atención, pues hace que durante toda la novela, tú también te quedes con ese desasosiego.

A parte de ser la primera novela de Patricia Highsmith, también es una de tantas obras suyas que fueron adaptadas a la gran pantalla, en esta ocasión, de la mano de Hitchcock.

De todas formas, Hitchcock, mira a mí me gustan mucho tus películas, pero esta no, eh, no; que, aparte de adaptarla como te salió del forro, le quitaste la chicha de la trama original y la compleja y profunda psicología de los personajes, sobre todo de Guy Haines. Y ESO NO.

Carol (1952)

El nombre original de esta novela era The Price of Salt (‘El precio de la sal’) y se publicó bajo el pseudónimo de Claire Morgan. Patricia escribió Carol tras dejar de acudir a terapia psicoanalista para ‘regular su sexualidad’ y poder casarse con un hombre. De hecho, para pagarse las sesiones, empezó a trabajar en unos grandes almacenes durante la campaña de navidad, donde conoció a una mujer rubia elegantemente vestida. Si habéis leído la novela, este episodio de la vida de Highsmith os sonará.

Patricia Highsmith Carol
Una de las portadas de ‘The Price of Salt’

Carol es una novela llena de delicadeza, de elegancia, de gracilidad. Therese es una escenógrafa asentada en Manhattan que está saliendo con Richard, un hombre al que no quiere, y trabaja en unos grandes almacenes. Es en su trabajo donde conoce a Carol, una mujer mayor que ella y que está en proceso de divorciarse de su marido y luchando por la custodia de su hija. De ese fortuito encuentro, nace una relación entre ambas que se va estrechando a la vez que se van complicando sus vidas fuera de la burbuja en que ambas están inmersas. Como ya he dicho, esta novela rebosa calidez y gracilidad y, a través de los ojos de Therese, conocemos a una Carol que se nos muestra elegante y que, tras un velo de mujer arrolladora, podemos apreciar que también es una mujer vulnerable. Carol es una mujer que embelesa y, gracias a la joven Therese, nos damos cuenta de que ella no es la única que cae en el embrujo de este personaje (¿Se nota mucho que es uno de mis libros favoritos?).

Cuando anunciaron que llevarían la novela a la gran pantalla, me alegré mucho, pero me alegré más al saber que Cate Blanchett interpretaría a Carol ya que me pareció la actriz más adecuada para el papel. Porque no me digáis que no, pero veis a Cate y seguro que decís ‘¡Qué mujer!’ Y eso es lo que yo pensaba al leer Carol.

Pequeños cuentos misóginos (1975)

Patricia Highsmith pequeños cuentos misóginos

Se trata de una antología de pequeños relatos sobre mujeres en los que podemos conocer el desafortunado y retorcido destino de una serie de mujeres que están retratadas en su mayoría como frías, calculadoras y controladoras. La conocida misantropía y la preferencia de Highsmith a la compañía de hombres en su día a día (a pesar de preferir a las mujeres de forma romántica y sexual) se pone de manifiesto aquí también. En estos Pequeños cuentos misóginos encontramos mujeres obsesionadas con la perfección, con el éxito en sus vidas de madres y esposas modélicas o de mujeres deseables. Ese deseo llega al absurdo en muchos de estos cuentos. Una colección de relatos curiosa, aunque, al menos a mí, me dejó una sensación agridulce  y de cierta derrota.


Hasta aquí mi entrada dedicada a Patricia Highsmith. Si no la habéis leído, ¡corred, insensatas/os! Y si ya conocéis su obra, no dudéis en comentar.

Un saludo y que la literatura os acompañe

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