Estaba el otro día cocinando cuando se me ocurrió la idea para esta entrada. Estaba haciendo una de mis especialidades, arroz al vino tinto, y me acordé de las muchas veces que mi madre me ha dicho lo impaciente que yo era a veces en la cocina. Ahora soy mucho más calmada y dejo que las cosas se hagan a su debido tiempo, lo cual se nota mucho en el resultado final. Pues mientras recordaba las palabras de mi madre, pensé que algo parecido pasa con la escritura. ¿No os imagináis cómo? Os lo explico a continuación.
La cocina y la escritura tienen sus tiempos de cocción
Cada ingrediente de un plato necesita su tiempo de cocción y, si no respetamos ese tiempo, se nos pueden quedar crudos o no sueltan todo su sabor y el plato queda insípido. Cuando escribimos, nuestra historia requiere también su tiempo adecuado. Bien sea si somos de mapa y necesitamos tenerlo todo planificado antes de escribir o si somos de brújula pero queremos tener bien pensada la idea antes de ponernos manos a la obra.
El tiempo de cocción también influye, como es lógico, en la longitud de nuestra historia: no solo no dedicamos más tiempo a una novela larga que a una corta o a un relato, sino que la trama también requiere una elaboración diferente dependiendo del formato. ¿No os pasa que a veces leemos un libro y pensamos ‘se le podía haber quitado unas cuantas páginas y la historia quedaría igual’? Tenemos que tener muy bien medidas la longitud de nuestra novela y la adecuación de esa longitud a nuestra trama para que no se quede demasiado corta cuando deberíamos haber escrito más ni demasiado larga cuando podíamos haber resumido. Además, esto también tenemos que tenerlo en cuenta si queremos presentarnos a concursos o tenemos fechas límites: al igual que hacernos un cocido si solo tenemos media hora para prepararnos la comida es una idea descabellada, intentar escribir una historia de considerable longitud cuando el plazo de entrega acaba en dos semanas es igualmente una locura.
Otro punto en el que el tiempo de cocción es importante es en el desarrollo de las escenas, tramas principales y secundarias, etc. A veces, cuando nos ponemos un objetivo para una escena debemos tener cuidado para no apresurarnos y que tenga el progreso adecuado, o si no, lo que conseguiremos es que quede una escena precipitada y poco creíble (doy fe, yo misma he pecado de esto) o excesivamente larga y tediosa. Por ejemplo, una escena de pelea donde el personaje es herido y debe retirarse quedaría muy forzada y rápida si en el primer ataque, su contrincante ya le ha hecho un buen corte con su espada; lo ideal sería ir dejando que los personajes se atacaran, se cansaran, se distrajeran, etc. y ya podríamos introducir el golpe desafortunado que de pie a la huida.
En la cocina y en la escritura se necesita buena materia prima
Una buena habilidad para cocinar es clave, pero si le añadimos unos ingredientes de calidad, la receta sale muchísimo mejor. Con la escritura pasa igual. Pero ¿qué es lo que consideramos materia prima? Pues desde el uso de las palabras adecuadas, con su precisión y sonoridad deseada, hasta unos buenos personajes, un buen worldbuilding y unas premisas interesantes. Los lectores podemos llegar a amar un libro con una trama muy sencilla tan solo porque los personajes nos llegan o porque el estilo de la narración es tan cautivador que nos resulta imposible dejar de leer. Y al contrario. Se me viene a la cabeza un par de libros que dejé porque los personajes se me hacían bola.

Se puede hacer mucho con la cocina y la escritura de aprovechamiento
No sé si conocéis el programa de cocina de los hermanos Torres, pero ellos suelen hacer recetas aprovechando otros platos o ingredientes preparados que les han sobrado. Nosotros podemos hacer algo similar con nuestros textos: a veces escribimos algún relato, microcuento o escena que nos gusta mucho, pero lo hemos dejado por ahí olvidado en un cajón o en un archivo en nuestro pen drive. O quizá tenemos una historia que no nos convence, pero en la que hay escenas que merece la pena rescatar. Pues bien, ahí podemos tener toda una mina de oro de la que sacar algo que se adapte a nuestras necesidades y, como los hermanos Torres, hacer una receta completamente nueva y buena.
Cocinar con un vaso de buen vino
¿Quién no picotea y roba algún trozo de puerro mientras cocina o se bebe una copilla de moscatel mientras le da vueltas a la sartén? Fani, estás siendo sorprendentemente específica… Debería ser una norma que quien cocina tiene derecho a hacerlo con acompañamiento. En cuanto a la escritura, no me refiero a tener tu copa al lado del ordenador o de la libreta (que también es una opción; yo suelo tomar café). Me refiero a acompañarnos de buena literatura, de esa de la que se pueden aprender tantas cosas. Y es que ya nos lo dicen en muchos blogs y talleres: para escribir bien, hay que leer mucho. Así aprendemos e interiorizamos estructuras y técnicas narrativas y vemos de primera mano cómo otros autores ponen en práctica su estilo. De los malos libros también se puede aprender lo que no hay que hacer, que conste. Lo importante es no dejar de leer y tener un buen bagaje literario.
Hasta aquí mi aprendizaje literario-culinario. ¿Habíais pensado alguna vez en el parecido entre escritura y cocina? ¿Se os ocurren otras similitudes? No dudéis en dejar vuestro comentario más abajo.
Un saludo y que la literatura os acompañe.
Creo que nunca leí un post así. Me ha parecido una manera muy original de reflejarlo :O ¡Y eso que a mí no me gusta la cocina! Aunque, pensándolo bien, no son artes tan diferentes….
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No, no lo son, si te paras a pensarlo, además, la cocina también tiene su parte creativa 🙂
Gracias por pasarte, Miriam. Un abrazo.
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Nunca se me había ocurrido esa analogía. Eso si, me ha venido a la mente esa frase de “estoy cocinando…” para referirise al proceso “pensativo” de cuando intentamos crear algo.
Saluditos. 😉
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Claro, es que en el fondo, son muy parecidas, siempre se ‘cuece’ algo xD
Gracias por pasar y saludos 🙂
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De acuerdo a esta analogía soy un chef excelente. Gracias Fani por tan buena entrada
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Espero verte en los mejores restaurantes, Piper 😉
Gracias por pasarte. Un abrazo.
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¡Me ha encantado tu entrada! Soy muy fan de los artículos que comparan la escritura con otras actividades y, además, creo que tus consejos son del todo acertados. ¡Espero que el plato estuviera rico!
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Gracias, Elena ^^ Yo también soy muy fan de este tipo de artículos y la verdad es que la cocina se presta a hacer mucha similitudes. ¡Un saludo!
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¡WOW! Realmente nunca había pensado en las similitudes que podían tener la cocina y la escritura, pero que genial. Me servirá mucho para darle una vuelta de tuerca a mi técnica de escritura. ¡Muchas gracias por compartir!
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Me alegra que te sirva, María 🙂 Y seguro que me he dejado alguna que otra similitud en el tintero. Gracias por pasarte y un saludo.
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Me ha encantado. Muy agudo comparar dos cosas de entrada tan dispares! Saludos!
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¡Muchas gracias, Lucía! Me alegra que te haya gustado la comparación 🙂 ¡Saludos!
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